EL CAMINO
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar
Caminante no hay camino, solo estelas en la mar.”
Mi abuelo, nacido en la ciudad de Soria, siempre fue un admirador de Machado, y desde pequeño me enseñó la belleza de sus versos. El que adorna la cabecera de esta entrada es quizás su verso más famoso, y siempre me pareció que invitaba a una reflexión simple, pero profunda. En efecto, la vida se puede ver como un camino, pero sólo cuando miramos hacia atrás, cuando intentamos entender el espacio que ocupamos retrospectivamente. Pero si miramos al frente, el sendero desaparece, tenemos libertad para decidir la ruta.
Enfrentados a esta realidad, es difícil no hacerse la pregunta: ¿hacia dónde lleva mi camino? Uno puede tener un objetivo bien definido, pero la vida, en multitud de ocasiones, nos obliga a tomar desvíos que jamás habíamos imaginado. Ante estas situaciones, a menudo nos hundimos; y en el mundo de hoy, con las vidas perfectas y ejemplares con que los medios y las redes sociales nos bombardean sin descanso, es fácil caer presa del pánico, la ansiedad o la depresión cuando tropezamos con un bache en el camino, cuando nos vemos obligados a retroceder, o simplemente cuando no estamos donde querríamos estar. En esos momentos conviene recordar las palabras de John Milton: “La mente es su propio lugar, y puede hacer un cielo del infierno y un infierno del cielo”. Porque estas situaciones son inevitables, y por muy lejos que hayamos llegado, las dudas y los miedos seguirán acechándonos cada vez que bajemos la guardia.
¿A qué viene todo esto? Pues estos últimos meses, plagados de trabajo y oportunidades, una pregunta se ha instalado firmemente en mi cabeza, que me ha interrogado sobre el propósito en el que siempre me he afirmado, una pregunta sincera y dura. ¿Qué están contando mis imágenes? Un interrogante que ha acabado derivando en muchos otros, ¿Vale la pena contar esto? ¿tienen la suficiente fuerza visual? ¿Tienes los conocimientos para dársela? ¿Y los medios? Muchas veces, la respuesta ha sido negativa. Y en medio de esta pugna mental, sucede algo inesperado. Un error en mi ordenador me obliga a cambiar unos drivers y, con la puntería de un arquero, solo un conjunto de archivos se daña.
He perdido todas las fotos de los últimos dos años. Dos años de trabajo. De momentos. De ideas, de viajes. Todo perdido.
Lo que queda lo podéis ver en esta web, último recuerdo de mi anterior trabajo, pero lo cierto es que llevo tiempo sin actualizar el contenido, y mucho ya es insalvable. Si ya estaba yo con mi estabilidad mental pendiendo de un hilo, el golpe de ver tanto perdido no me ha tirado a la lona, me ha tirado por un precipicio. Muchas veces justifico mis deslices con una enseñanza o un aprendizaje, pero esta vez no hay mucho dónde rascar.
No vengo aquí a dar pena, si algo sé es que en esta vida no existen las casualidades, y aunque el golpe ha sido duro, lo veo como un desafío de la vida. No soy el mismo que empezó este viaje, tengo una mirada mucho más clara y trabajada, más conocimientos, un mejor círculo que me rodea y la certeza que sólo debemos enfocarnos en nuestras acciones, no en el resultado de las mismas. Si, lo veo como un desafío, uno que me invita a sentarme y hacerme sólo una pregunta:
¿Y ahora, qué historias vas a contar?
F 5.6 1/250s ISO 100
Caminante no hay camino, solo polvo queda atrás
Caminante no hay camino, más tu destino alcanzarás